La meditación en la vida diaria

Había en una región lejana de la India un maestro cuya vida era sencilla y humilde, a su casa acudían muchas personas en busca de consejo, y a veces daba pequeñas explicaciones de la vida cotidiana a aquellos que acudían a buscar ayuda por sus inquietudes espirituales.

El maestro estaba hablando de la meditación y de la importancia de esta en la práctica diaria de las personas que buscan un sendero, un camino espiritual en la vida, o una manera de conectar con su yo interior para conseguir serenar la mente.

El maestro hablo de la meditación y de cómo esta debía ser practicada.

La posición correcta

Destacó la importancia de colocarse en una posición cómoda de forma que la espalda estuviera recta, para la correcta circulación de las energías a través de los chakras situados a  lo largo de la columna vertebral.

Si al cabo de 10 minutos nos empiezan a doler las articulaciones, debemos buscar otra postura, acorde a nuestra estructura física y edad, si una persona empieza a meditar con 60 años no va a tener el cuerpo acostumbrado a estar mucho tiempo con las piernas cruzadas y en la posición de loto, de modo que hay que ser flexible y buscar la mejor postura para la constitución de cada uno.

Destacó que era conveniente no intentar meditar tras una comida copiosa, pues si estamos en pleno proceso de la digestión de los alimentos, lo más probable es que nos durmamos.

Pero tampoco hay que intentar meditar si hace mucho tiempo que no hemos ingerido nada, porque si tenemos hambre toda nuestra meditación se va a centrar en lo que le falta a nuestro cuerpo, y es probable que no meditemos bien, porque nos vengan a la mente imágenes de diferentes comidas o bebidas.

El maestro aconsejaba tomar algún vaso de zumo, un buen te, o algún liquido o unos pequeños bocados de algo, para saciar el hambre, pero no comer demasiado, pues no es conveniente.

Si se ha tenido un día muy ajetreado es conveniente tomar una ducha para que nuestro cuerpo este limpio y aseado, y en caso de que hayamos tenido un día muy nervioso, un paseo antes de la meditación también puede ser bueno, para entrar en el estado de meditación un poco más serenos.

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Velas e incienso

El sabio explico que era bueno encender un poco de incienso en la estancia en la que se iba a meditar para limpiar el espacio de posibles energías negativas y además tener un buen aroma.

Se podían encender algunas velas si la persona lo consideraba oportuno, y proceder a su consagración previa.

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Con tan solo una pequeña llama de una vela, puedes incendiar el mundo

Esta frase es simbólica evidentemente, indica que si en tu interior posees el calor suficiente, simbolizado por el fuego de la llama de la vela, puedes llenar con ese calor, es decir con amor, el corazón de algunos humanos, de aquellos humanos que estén abiertos a la nueva consciencia de la vida interior.

En algunas iglesias ortodoxas efectúan el siguiente ritual:

El sacerdote coge una vela, y con la llama de este enciende la vela que uno de los congregantes sostiene en su mano, este, hace lo mismo con la persona que tiene al lado, y al cabo de un rato toda la iglesia está llena de luz.

Este es un bonito símbolo sobre el que debemos meditar.

Prayanama, la técnica de la respiración

Antes de empezar a meditar aconsejaba realizar una serie de respiraciones, para conseguir cierto estado de armonización interior, a la vez que se imaginaba que las energías circulaban ascendiendo por la parte trasera, por la espalda, por la columna vertebral, hasta llegar al chakra coronario, para luego observar cómo estas descendían hasta los pies cerrando el círculo, esto se hacía un total de 7 veces.

Los mantras

Dependiendo de la situación a veces se podían cantar mantras como el Om, el Om Namah Shivaya, u otros, eso dependía del discipul@.

También se podía proyectar imágenes de luz sobre las personas o tema en cuestión.

El maestro daba todas las indicaciones que creía les iban a ser útiles a los discípulos, estas estaban basadas en sus experiencias de la vida real, pero siempre dejaba que las personas experimentaran por su cuenta la práctica de la meditación, porque la mejor manera de entender algo, es practicarlo.

Todo no sale bien a la primera

Ponía un ejemplo que era el siguiente: una vez viaje por Europa y uno de los alimentos que allí me enseñaron a cocinar fue la tortilla que llaman a la francesa, con sus diferentes variedades.

La primera tortilla que hice, se me quemó un poco, la siguiente por miedo a que se me quemara se me quedó un poco cruda, a la tercera no le puse sal, porque me descuidé, estaba tan ocupado en que me quedara bien que se me paso.

La cuarta ya me quedo bien de sabor, pues no estaba ni demasiado cocida, ni demasiado cruda, además tenía un poco de sal.

A la quinta le añadí perejil, que le daba buen sabor, pero a pesar de todo, mis tortillas tenían un aspecto horrible, se me rompían, no quedaban uniformes. Fue con el tiempo y la práctica que al final me quedaban sabrosas y estéticamente presentables.

En la meditación ocurre lo mismo, pero todavía es más complicado, porque en una tortilla a la francesa los ingredientes son pocos, pero una tortilla mental, que es lo que llevamos en la cabeza muchas veces, los ingredientes son tantos, que a veces resultan incombinables.

La importancia del tiempo

Se necesitan muchas horas, días, meses y años para llegar a tener una buena meditación, cualquiera puede respirar, relajarse y sentirse en cierto estado de calma o paz interior, pero alcanzar el Samadhi es otra cosa completamente distinta, se necesita tiempo, mucho tiempo, y sobretodo no tener ninguna prisa.

Si cuando meditamos vienen a nuestra cabeza pensamientos, debemos dejar que estos pasen, como si viéramos una película de cine, no hay que profundizar en ellos, hay que dejarlos, comportarse como un mero espectador, porque querer luchar con ellos o que desaparezcan de inmediato a veces es muy complicado, sobre todo si llevamos mucho tiempo alimentándolos en nuestro interior.

Así que lo mejor es dejarlos fluir, que pasen de largo, cuando estos se han ido, es cuando empieza la verdadera meditación, todo lo que ha venido antes, todo lo que ha ocurrido en nuestro interior, es un paso previo, es la limpieza que debe hacerse para que entre la paz en nuestro interior.

El Reino de la paz interior

Por poner una analogía, la paz es como una princesa, no va a entrar a dormir en una habitación sucia, o llena de malos olores, se necesita un espacio adecuado a nivel interior, para que nuestra princesa, que es  nuestra alma venga a anidar, a quedarse en el templo que es nuestro corazón.

Al cabo de un tiempo tras esta limpieza espiritual es cuando se empiezan a percibir sensaciones, vivencias de índole interior, se pueden tener intuiciones que nos pueden ayudar a solucionar nuestros conflictos de la vida diaria, pero para ello se necesita tiempo, mucho tiempo.

No os desaniméis si la meditación no da el resultado el fruto que esperáis, uno no planta una semilla y esta al cabo de un tiempo da como resultado una planta con sus alimentos.

La idea semilla

Del mismo modo que antes de plantar una semilla la tierra tiene que haber ser limpiada de las malas hierbas, abonada, oxigenada, regada, del mismo modo, nuestro jardín interior debe pasar por el proceso de desbroce, o sea quitar las malas hierbas que anidan en nuestra mente, luego habrá que empezar a poner cosas positivas, como son el abono, el agua, y luego tras plantar la semilla, lo que se llama la semilla de la meditación, habrá que dejar que el sol haga su trabajo, que el calor del sol deposite sus benéficos rayos para que la semilla fructifique.

Del mismo modo pasa esto con la meditación, hemos de prepararnos día a día, trabajar en silencio, como lo hace la tierra en invierno, que se prepara para la llegada de la primavera, para darnos sus frutos en verano.

Tras una fructífera explicación acerca de la meditación el maestro concluyo su charla, cerró los ojos y se sumió en el silencio durante unos instantes, luego volvió a abrirlo.

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La luz de la meditación

Un discípulo joven, y de ojos avispados siempre estaba muy atento a la explicación del maestro, con sus oídos devoraba las palabras del maestro, tomaba poco a poco esos sorbos de sabiduría.

Cuando el maestro hubo terminado su conferencia, el discípulo permaneció unos instantes en silencio y le pregunto: Maestro, ¿Cómo sabré cuando he meditado bien?

El Maestro contestó, lo sabrás, lo sabrás por la luz de tu mirada, cuando se ha meditado bien, eso se refleja en todas las células de tu cuerpo, especialmente en los ojos, que son el espejo, el reflejo de lo que tenemos en el alma, si tu alma esta en paz, esta se manifestará a través de tu mirada.

Obsérvate y disfruta

Si analizas tus gestos, veras que estos son pausados, armónicos, incluso a veces al caminar te parecerá que estuvieras bailando, es como si flotaras, tendrás armonía en tus movimientos. Cuando se ha meditado bien, nuestros gestos son diferentes, no tropezamos con las cosas, las tratamos con delicadeza y suavidad.

Fijaros que cuando una persona está nerviosa o alterada, lanza los objetos, los tira, tropieza con los objetos o se le caen las cosas al suelo, si has meditado bien, será el proceso contrario, estarás en armonía con todo y eso se nota en los gestos.

Tu respiración será armónica, una persona nerviosa respira rápidamente, de forma alterada, una persona en paz respira larga y pausadamente.

Tu corazón latirá de forma tranquila, tus pulsaciones habrán bajado, se dice que hay yoguis en la india que en sus meditaciones llegan casi a detener su corazón, y que en ellos se observa también casi la ausencia de la respiración, estos son casos muy raros, pero son ciertos asintió el Maestro, yo los he conocido.

A continuación te dejo un link a un vídeo que espero sea de tu agrado.

En resumen, cundo hayas meditado bien, todo tu ser estará en calma, en paz, y de tus ojos saldrá la luz de la bendición divina que viene de tu Alma.

Espero que te haya gustado, si es así compártelo en las redes sociales, muchas gracias.

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